“Ya no me veo en ella. No creo en su discurso. Tiene valores con los que no comulgo”. Estas son sólo algunas frases que más de una vez hemos escuchado de trabajadores sobre su empresa. Para evitarlo, las organizaciones deben comenzar a tomar las comunicaciones internas en serio, porque no sirve invertir millones en comunicaciones externas y marketing si los primeros embajadores de la marca (sus propios trabajadores) no creen en ella.
Generalmente, uno de los primeros problemas con esto es quién está a cargo. Se entiende que el equipo de Recursos Humanos (usualmente compuestos por psicólogos, gestores de control e ingenieros comerciales) sea quién esté más al corriente del quehacer de los colaboradores, de los beneficios que obtienen y sus problemáticas, pero ellos no son expertos en comunicación. Al no serlos, no podrán gestionar los recursos comunicativos, ni planificar ni ejercer una buena estrategia interna que, además, recoja instancias de escucha activa hacia los trabajadores.
Esto llevará a que las comunicaciones sean percibidas como meros anuncios desde “arriba”, no pudiendo generar mensajes que revelen una cultura organizacional específica, persuadan o generen una conexión “emocional” entre los colaboradores y la compañía. Y esta conexión es fundamental, no sólo porque la confianza es clave en una relación empleador-colaborador, sino porque ésta se reflejará en trabajadores más contentos en sus labores diarias, porque creen en ellas y su aporte para el ensamblaje empresarial.
Para cualquier compañía es primordial ser transparente, cercana y sincera con su equipo
No existe una receta mágica para que las compañías puedan lograr una comunicación interna eficiente, porque cada una de ellas comprende una cultura y un mundo en sí mismas, pero existen elementos que todas deben considerar. Como se mencionó, la comunicación bidireccional y escucha activa son uno de ellos, pero sin olvidar el cómo y cuándo. Entorpecer en las labores diarias de los colaboradores no ayudará, por lo que los mensajes deben ser directos, cortos y no intrusivos, desarrollando plataformas u ocupando canales con los que el trabajador se maneje y pueda ver las comunicaciones en cualquier momento o lugar.
Por último, el tono, la estructura y el emisor del mensaje también deben ser considerados. No es lo mismo un mensaje formal, desarrollado con muchas temáticas o justificaciones “poco creíbles”, y enviado por el gerente general que uno enviado por las jefaturas directas, acotado y en un tono más horizontal. No olvidemos nunca que para cualquier compañía es primordial ser transparente, cercana y sincera con su equipo porque son ellos los que hacen que el producto o servicio se entregue en tiempo y forma.