Vivimos uno de los escenarios más cambiantes para las marcas, en medio de una crisis social y económica debido a la pandemia. El liderazgo y el engagement con los públicos de interés han sido algunos de los elementos más afectados en los últimos años, por lo que las consultorías estratégicas parecieran ser claves para aquellas compañías que buscan nuevas oportunidades y responder de manera efectiva a los nuevos retos, a través de mejoras relevantes o construir-reconstruir marcas con propósitos.
Partamos por entender qué es y para qué sirven estas consultorías. Lo primero que se debe entender es que éstas se enfocan en el negocio y aquello que lo rodea desde diferentes perspectivas, considerando objetivos de análisis previamente definidos. De esta forma, se podrá asesorar a una compañía para afrontar los desafíos de un mercado con una alta competencia que -a su vez- buscan también ese valor añadido para poder diferenciarse.
Por esto, es clave definir la esencia de una marca, establecer los valores y principios que una empresa puede representar, que construirán los atributos que la harán única. Esos valores, capital intangible, serán el poder de cualquier marca, los que la definirán y serán transmitidos a su audiencia.
La consultoría de marca se manifiesta como esencial ya que proporciona visibilidad en los entornos competitivos, mejora la posición de la compañía en el mercado y satisface las expectativas de los clientes.
Sin embargo, esta estrategia no se puede confundir con la diseñada para el negocio. Si bien deben estar alineadas, no tienen el mismo significado. La estrategia de negocio debe cumplir con la definición de la propuesta de valor de la compañía, identificación de los segmentos de mercado, las necesidades básicas de ésta para la producción y comercialización de sus productos y servicios, entre otros. Mientras que la estrategia de marca son las decisiones que se deberán tomar para llevar a cabo un plan para dar a conocer el propósito como empresa, nuestra diferenciación frente a la competencia, el tono y hasta el comportamiento, entre otras tantas.
Ahora, muchas compañías -aunque tengan definidas ambas estrategias- requieren de una consultoría no para crearlas, sino que para evaluarlas -sin un mayor sesgo-, para evaluar y mejorar aspectos que pueden estar generando ruidos internos o redefinirlas en base a nuevos escenarios. La experiencia plantea que los resultados de éstas no sólo localizan las áreas de mejora dentro de la compañía, sino que también entregan soluciones a la medida de cada organización, orientada a los resultados establecidos. Esto, por ende, incrementará la rentabilidad de la compañía al poner recursos que podían estar dispersos en aspectos centrales.
Para asegurar el éxito, la consultoría -junto con la compañía- deben definir objetivos estratégicos específicos, para que el desarrollo de las acciones que se planteen sea concreto y vayan por la línea que se adopte, sin dejar la adaptación de la compañía a distintos escenarios que pudiera enfrentar en un corto o mediano plazo. En este sentido, la innovación debe ser parte fundamental del plan, sabiendo convertir en oportunidades los desafíos que la compañía puede -o podría- enfrentar. Para el equipo a cargo de la consultoría es fundamental entregar estas posibilidades de mejoras no sólo pensando en las necesidades del cliente, sino que también moldear al equipo interno para que se empape y gire en torno a los objetivos propuestos.
Por último, y dado el nuevo contexto social, económico y empresarial, la consultoría de marca se manifiesta como esencial ya que proporciona visibilidad en los entornos competitivos, mejora la posición de la compañía en el mercado y satisface las expectativas de los clientes, siendo fundamental a la hora de ofrecer alternativas y generar nuevas capacidades que permitan romper con la era pre pandemia y enfrentar el mundo posterior a ella.
Fuente: Equipo GreenCom